Desde que tengo uso de razón la crisis eléctrica en el país se comporta como una pandemia de alarmantes consecuencias, las pérdidas económicas y las incomodidades que produce la falta del fluido eléctrico de ser cuantificadas dejarían perplejo por la cifra que revelaría a cualquier ser viviente racional.
La época de los pueblos sin electricidad que se auxiliaban de lámparas de gas, velas, antorchas y siembra de árboles repelentes de insectos, aquella etapa en que al llegar la noche la familia se reunía a pasar el rato contando chistes, cuentos, historias y se observaban las estrellas o se identificaban los sonidos de la oscuridad quedo atrás, ahora hay otro tipo de necesidades que requieren el uso de la energía eléctrica pues los electrodomésticos sustituyeron tinajas, anafes, fogones, bateas, panderos, guayos, pilones, molinillos entre otros utensilios artesanales.
Simplemente la sociedad evolucionó hacia otros niveles de vida donde la energía eléctrica es un bien imprescindible y necesario, el cambio de una economía exclusivamente agraria a otra industrial y de servicios provocó el desplazamiento del campo a las ciudades, la pobreza impulsó la emigración de una cantidad significativa de personas a otros países, la gente en los campos se puso a tono con el estilo de vida en las ciudades y la demanda energética creció sin planificación porque la expansión urbana tuvo un crecimiento desorganizado, caótico, arrabalizado, sin control sobre los servicios esenciales de un conglomerado urbano.
La repuesta a la demanda de éstos servicios por lo tanto es insuficiente como resultado histórico de una falta de planificación de desarrollo en un país donde las instituciones difícilmente juegan su rol por los amarres politiqueros y la corruptela generalizada.
Existe crisis eléctrica y hay que solucionarla, se capitalizó el sistema eléctrico con recursos del sector privado. Se puso en manos privadas la gestión del servicio eléctrico y todavía persiste la crisis tanto por la madeja de intereses involucrados como por el sentido mafioso que se les dió a los contratos de explotación del bien energético que no consideran la situación del país y que revelan una perfecta irresponsabilidad social corporativa que afecta a los habitantes de esta tierra que pagan la factura que le llega a sus hogares y los que no la pagan tanto como quienes la pagan contribuyen con los impuestos directos e indirectos con el subsidio que paga el gobierno.
La salida sería entre otras tantas concertar con la sociedad comunicando sinceramente la verdad, delineando un plan estratégico con la misión de resolver el problema, con la visión de ser sostenible en el tiempo, ejecutable en lo inmediato, que involucre a todos y a todas en cada acción concertada, que rete la voracidad de los organismos e inversores financieros que entiendan que somos un país con un 35% de la población viviendo en pobreza extrema, que el 5% que lo tiene todo comprenda que el otro 95% también quiere paz y seguridad que su rapacidad debe parar, para que todos estemos tranquilos y el gobierno que se sentó en el poder con un 57% de los votos no es para que ande con paños tibios, le dieron el poder para que resuelva y eso es lo que quiere la gente.
