Duelo

Un cataclismo de la dimensión que asoló a Haití solo es comparable a una tragedia como el lanzamiento de una bomba atómica sobre una ciudad. Se esta ante una hecatombe con decenas de miles de muertos y una devastación descomunal de su capital y comunidades aledañas.

La desolación de esta desgracia requiere una ingente asistencia internacional para llevar a la funcionalidad a un país que sufre una de las más graves catástrofes que haya padecido la humanidad en los últimos años.

La solidaridad y su permanencia en el tiempo, hasta que este noble pueblo pueda valerse por si mismo, no debe desmayar.

Haití necesita de todos acompañémosla en su duelo y avancemos juntos en la superación de esta calamidad.

Marasmo

La violencia de todo género, la criminalidad y el narcotráfico se constituyen en retos sociales que requieren de una voluntad férrea, indómita, impulsada por los poderes públicos, fácticos, la sociedad civil y el aporte de los grupos informales de la población para su atenuación.

Sin ésta mancomunidad estratégica, de la cual, surja una línea coordinada de ataque exitoso a las lacras que corroen el cimiento de la familia, se dificultarán las soluciones propuestas en los diferentes planes implementados hasta el momento.

Se impone una revisión seria, astuta, inteligente e inmediata de todas las acciones impulsadas contra estos flagelos porque ante los resultados vigentes, la impronta de los ajustes tiene que ser aplicada con certeza, coherencia y exactitud, de tal manera, que los ideales que dieron origen al país no perezcan en esta putrefacción ignominiosa sin luchar por su rescate.

La progresiva combinación axiomática de la inequidad en la distribución de la riqueza, culpable indiscutible de la deuda social acumulada en la historia de nuestra nación se instaura y exhibe en los males actuales y en el descalabro institucional que purgan inmisericordemente a la sociedad dominicana, la que necesita urgentemente de una revolución espiritual, moral, ética y material que se levante sobre estos lodos.