Gobernabilidad

En menos de cuarenta y ocho horas se han dado dos declaraciones infortunadas provenientes de funcionarios de alto nivel del Palacio Nacional que ante los graves daños provocados por el fenómeno de la corrupción al país, sostienen, una que la corrupción no se enfrenta porque hay que esperar un mejor momento en aras de mantener la gobernabilidad, la otra que la corrupción no impide el desarrollo.

No apurar el paso en aras de lograr la sanción a los que exhiben sus riquezas mal habidas delante de una población que cada día se levanta a luchar por un mejor destino procurando con su trabajo satisfacer las necesidades más elementales de su vida, es perder un tiempo valioso, porque la enfermedad que malogra un paciente en un hospital no espera, la desnutrición que debilita a un niño por la falta de un bocado no espera, la lluvia que arrasa una casucha no espera, la deserción escolar no espera, es posible que de tanto esperar se pierda la esperanza. Uno se pregunta estos males impiden o no el desarrollo, saque usted sus conclusiones.

La persecución de la corrupción esta cimentada en el carácter transparente que debe tener toda gestión de gobierno comprometido con el enrutamiento de un régimen de derecho, esto es, que se sostenga en el cumplimiento irrestricto de las leyes de la República.

Nadie está por encima de La Ley porque en ella se sustenta el ordenamiento social y la negación o ignorancia de su acatamiento vulnera la convivencia pacífica de la sociedad porque promueve la impunidad, el caos y el desorden, elementos esenciales para la insubordinación, el irrespeto y la implantación concurrente de acciones que se divorcian del bien común.

Promover la idea de que el usufructo de los recursos públicos es negociable sobre la base de abusar desde el espacio político que otorga el ciudadano a través de su voto a una entidad partidaria para que represente sus intereses en cualquiera de los poderes del Estado como lo son el Ejecutivo, el congresual, el municipal y por vía indirecta el judicial es colocar en la indefensión al sector social que enfrenta estos privilegios irritantes.

Desconocer el juramento sagrado que se hace ante la patria de cumplir y hacer cumplir los deberes del cargo al asumir una función pública es traicionar la confianza depositada por un conglomerado que aspira a que sus instituciones funcionen.

La gobernabilidad es coordinar los disímiles intereses de la sociedad toda para que converjan en el desarrollo de una nación menos injusta que propenda al castigo de aquellos que violan sus leyes. Gobernabilidad no es auspiciar la impunidad a cambio de estabilidad política. Gobernabilidad es castigar la corrupción. Gobernabilidad a fin de cuentas es producir un Estado de Derecho.